Antes que nada, quiero agradecer a este espacio que me permite escribir lo que todos nosotros pensamos o queremos, obvio, respetando a los demas. Tambien aprovecho para decir que estoy haciendo esta historia como "tributo" a la ambivalente Eve, que muchos de nosotros conocemos, apreciamos y queremos; pues bien, ella es de una forma tan familiar en el comportamiento de muchos de mis personajes literarios, que se ha convertido en una heroina o deberia decir antiheroina, sin ser villana, ya que siempre en la vida se puede quedar entre dos tintas. En fin, aquie esta la historia....
CAPITULO I
Nacimiento de Tinieblas
Mientras lo unico que se oia en los pasillos oscuros y metalicos era el subir de un elevador compacto y veloz, dos soldados custodiaban la entrada del mismo armados con sus armaduras de metal enegrecido por el uso; en sus manos sostenian una lanza frente a su cuerpo que corria de izquierda a derecha y una capa de color azul oscuro les cubria la espalda. A pesar de ser noche, no era comun que los pasillos estuvieran tan carentes de luz, salvo por los eventuales brillos aleatorios provenientes de detras de los muros artificiales. Entonces, se abrio la puerta: una figura sombria de casi dos metros de alto, cubierto de una capa negra y una armadura de tono bronce oscuro, era lo unico que se veia dentro del cubiculo, la apariencia bestial del huesped hubiera espantado a cualquier otro ser que pasara por aquella escena de tinieblas.
-Lo estabamos esperando, señor.- exclamó con voz monotona y firme uno de los soldados apostrado a mano derecha de la puerta del elevador.
-Acompañenos, lo estaba esperando.- dijo en similar tono la soldado de la izquierda, la cual mantenia una mirada perdida en el espacio.
Los tres individuos avanzaron al unisono por el pasillo carente de una luz, mientras solo el sonido de la tela ondeante de las capas y pisadas sonaban en el vacio pasillo; de pronto, se detuvieron. Frente a ellos se econtraba una puerta de tono negro mate que se abrió diagonalmente al detectar las tres prescias que estaban frente a ella, y dejó ver solo una habitacion de estructura hexagonal, con parte de uno hecho de cristal polarizado y algunas sillas oscurecidas, aparatos indistinguibles a simple vista y un bulto, una figura vestdida de blanco, con una cola de caballo en su cabeza y con los brazos cruzados en su espalda; distinguible esto por la poca luz que se filtraba por el cristal oscurecido. La puerta se cerro detras de ellos automanticamente al psara a traves de ella sin hacer ruido.
-Me alegra que nos acompañe, general.- susurró la efigie blanca que contemplaba la escena bajo el cristal sin voltear a los tres sujetos; su voz era suave pero apagada, mientras su vista de desplazada velozmente por su panorama.
-Espero que tenga los sujetos adecuados esta vez, doctora.- dijo con una voz profunda y seria el ser que habia subido por el elevador. Entonces, continuó su habla: -sus calculos anteriores nos costaron varios sujetos viables.
-No se decepcionara de estos seres; observe.- dijo la doctora, manteniendo su mirada en la escena inferior y moviendo su brazo derecho para hacer una señal con su dedo indice de a donde deberia mirar.
El general se movió a pasos lentos y pesados hacia el gran ventanal, mientras su escolta permanecia de pie cerca de la puerta; lo que vió no podia ser mas perturbador pero al mismo tiempo alentador de una manera retorcida: tres docenas de mujeres embarazadas de todas las edades daban a luz a un solo hijo o hija y que se desangraban fluidamente, tres a cinco medicos con asistentes auxiliaban a las mujeres mientras morian al instante mismo en que nacian sus hijos, quedando el suelo del cuarto medico cubierto de sangre, liquido amniotico y placentas enrojecidas y siendo empujadas con jaladores a una tuberia abierta justo debajo del palco polarizado; el sufrimiento de ellas es inaudible, al igual que sus llantos y exhalaciones energicas.
Ante el ojo de un espectador no entrenado, este era un genocidio, en donde solo los recien nacidos eran separados de las moribundas o inertes madres y puestos en capsulas de cristal entibiado que tenia mantas humedas y calidas en donde los bebes reposaban, gritando y llorando con una gran fuerza e incluso escapandoseles a los medicos. El general simplemente exclamó con su voz catatumbica:
-Excelente trabajo, doctora. -Ella simplemente asintió con un ligero movimiento de cabeza. Entonces, una vez mas habló el militar:
-¿Cuantas incubadoras habian en este mundo? -preguntó con su voz monotona y profunda, a lo que ella respondió pacificamente:
-Ciento dieciseis. Hemos perdido ocho hasta el momento con todo y su producto.
-Perdidas lamentables. -exclamó el general.
Volteó su vista a la mujer que estaba justo debajo de ellos, mientras los demas medicos traian camillas y cargaban a los cadaveres a las mismas, cubirendolas con sabanas blancas que pronto se tornaban rojas y entredejaban ver las siluetas femeninas. Esta mujer estaba en trabajo de parto desde antes de la llegada del militar y parecia que su tragico desenlace esta apunto de ocurrir: mientras se sacudia violentamente de dolor, aferrandose con sus manos ensangrentadas de los varandales de su camilla, un par de medicos auxiliaron a los destinados a ella; arriba, el general simplemente exclamó a regañadientes: - "es la ultima necesaria". Los medicos se movian raudamente tratando de alivarle el dolor pero tras ver que no nacia el bebe, procederian a hacerle una cesarea. El instrumental velozmente limpiado y con bordes de sangre aun en el mango del mismo iniciaron la incision, pero en ese instante, la madre fallecia, al volverse un cuerpo palido y flacido sobre el mismo.
El general exclamó con un tono indiferente:
-Van nueve.
-No, espere y mire. -le contestó rapidamente la doctora, callando los pensamientos de su acompañante.
Una vez mas, los medicos abrian el vientre de la madre fallecida para encontrar algo inaudito en ella, algo que ya no ocurria con la suficiente frecuencia: dentro de ella habian gemelas, dos bebitas que al sentir la muerte de su madre, se abrazaban vagamente, tratando de salvarse una a la otra, tratando de extraer a ambas al mismo tiempo.
-Imposible!- exclamó con sorpresa el general, cambiando su tono carente de vida a uno ligeramente exaltado.
-No lo es, pero aun asi, solo una seguira adelante. -exclamó la doctora con una voz a la que trataba en vano de mantener en calma, llenandose de cierto jubilo el nacimiento de gemelas.
Pero habia un problema para los medicos que amenazaba con arruinar este momento unico:
las bebes compartian placenta y lo que era peor, la mas pequeña, delgada y blanca tenia el cordon umbilical atado a su brazo izquierdo y su cuello; mientras la otra estaba normal, llenita y colorada, siendo una opcion logica para rescatarla de su madre...
FIN DE LA PRIMERA PARTE DEL CAPITULO I
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Nota del Escritor: Tratare de mejorar mi escritura, y espero les haya gustado.
P.D.: Si la historia parece tragica, solo esperen la continuacion.