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 El Reino perdido de los Elfos --- Capítulo 2. El Bosque Oscuro.

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El Reino perdido de los Elfos --- Capítulo 2. El Bosque Oscuro. Empty
MensajeTema: El Reino perdido de los Elfos --- Capítulo 2. El Bosque Oscuro.   El Reino perdido de los Elfos --- Capítulo 2. El Bosque Oscuro. Icon_minitimeMiér Dic 16, 2009 6:23 pm

El sol estaba a punto de ponerse y un viento frío la acariciaba como un amante. Los pasos de Layla eran algo más vacilantes ahora que se acercaba al Bosque Oscuro. El sonido de la gravilla bajo sus pies, el ulular del viento contra las copas de los árboles y algún que otro animal nocturno que comenzaba a despertar al caer el sol, hacían poner la carne de gallina a la joven. Se decía una y otra vez que ya era demasiado tarde para dar marcha atrás. Se había propuesto encontrar aquella ciudad, y lo haría.

Más que temer al propio bosque, lo que Layla más temía era la reacción de su padre y sus hermanos cuando descubrieran que se había marchado. La única que sabría a dónde había ido era su madre, que no tardaría ni un segundo en atar cabos. Cada dos minutos miraba hacia atrás por si veía aparecer a alguien, pero el camino que llevaba a ese bosque estaba tan desierto como era habitual.

El camino comenzó a serpentear y a estrecharse hasta convertirse en una senda, que se adentraba profundamente en el bosque. Layla observó en silencio la majestuosidad de aquellos altos y viejos árboles que tapaban los rayos del sol, poniendo el interior del bosque en una penumbra perpetua. Agarró con más fuerza el arco y dando un fuerte suspiro se adentró entre aquellos árboles.
Fue como si la noche se hiciera de pronto. Layla se apresuró a encender una antorcha, había tenido la precaución de coger un par de ellas del sótano de su casa, y observó dónde se encontraba. La luz de la antorcha mostraba un camino casi desaparecido por la vegetación del suelo, muy verde y frondoso también.

“¿Dónde me he metido?” – se dijo Layla mientras se echaba sobre la cabeza la capucha de la capa que había cogido en el último momento.

Aunque aún estaba al comienzo del bosque, si miraba hacia atrás aún podía ver el camino de gravilla que llevaba al pueblo, el viento frío casi había desaparecido por lo compacto de los árboles y una humedad pegajosa ya comenzaba a notarse. Había esperado encontrarse con el canto de los pájaros o los sonidos clásicos de un bosque, los insectos cantando… pero lo único que se escuchaba era el crepitar de las llamas de su antorcha, el lejano ulular del viento y el crujir de las ramas que tronzaba mientras caminaba.

Cuanto más caminaba más oscuro se volvía todo y daba la impresión que el bosque se echaba sobre ella, como si quisiera cogerla.

“Sólo es mi imaginación” – se dijo tras estar caminando por la ya desaparecida senda un buen rato.

Lo cierto era que Layla no sabía dónde se encontraba al haber desaparecido el camino. Intentaba seguir en línea recta, pero un bosque como aquel era traicionero y las estrellas, que servían para orientarse, no se veían desde allí. Si miraba hacia atrás ya no veía camino alguno, sólo sombras y oscuridad. Un escalofrío la recorrió de arriba abajo al recordar de pronto a los dos desaparecido de Elvin en aquel bosque.

Layla se paró delante de uno de aquellos árboles y observó sus ramas bajas, que parecía que la invitaban a subirse a ellas para pasar la noche. La joven seguía diciéndose que era el cansancio lo que le hacía pensar en aquellas cosas, pero hizo caso a aquel pensamiento y sin dudarlo un segundo se subió ágilmente a una de aquellas ramas. Prefería pasar la noche en alto que seguir caminando por aquel terreno desconocido.

Un cosquilleo por el cuello, como una caricia, hizo despertar a Layla. Se sentó de golpe en la rama y cogió su espada dispuesta a liarse a espadazos con quien osara molestarla. Pero tras un minuto se dio cuenta que allí no había nadie. Sólo estaba ella de pie sobre una rama gruesa llena de musgo. Se guardó la espada y con sus pertenencias encima saltó al suelo.

Ya que era de día ya, Layla observó con más detenidamente su alrededor, pero poco había cambiado de la noche. Una neblina espesa envolvía como un velo los árboles hasta llegar casi al suelo. Todo seguía en silencio, ni un triste pájaro podía escucharse.

“Y ahora, ¿por dónde voy?” – Layla miró hacia los lados varias veces mientras decidía un camino a seguir, pero enseguida supo que estaba perdida, quizá tenía que haber esperado a la partida de Elvin y unirse a ellos sin que su familia se enterara.

Decidiendo que ya no había otra opción que seguir adelante, comenzó a andar adentrándose en la niebla, que enseguida la rodeó, notando su frialdad hasta en los huesos. El silencio era enloquecedor y Layla comenzó a tararear una melodía popular de su pueblo.

Caminó durante lo que a ella le parecieron horas a través de aquellos árboles y de la niebla. Para su sorpresa el camino, si se le podía llamar así, por el que fue estaba libre de obstáculos en todo momento. Ni ramas gruesas caídas, ni riachuelos entorpeciendo el paso…, nada. Y aquello extrañaba aún más a Layla. Era el bosque más raro que había visto en su vida.

En Elvin…

Las 4 Rosas estaba a rebosar de gente que se preparaba para salir en busca de Layla. Su madre había dado la voz de alarma cuando al regresar por la mañana a la casa, la había encontrado vacía. Tras ver que su hija no había dormido en su cama, que faltaban sus armas y algo de comida, había salido corriendo de vuelta a la taberna para poner en antecedentes a su marido. La mujer sabía a dónde había ido Layla, no tenía ninguna duda al respecto. Siempre se había caracterizado por ser bastante cabezota y ante la prohibición de ir con la partida en busca de esos elfos, había decidido ir ella sola.

- ¡Se ha ido de noche!, ¡ha entrado en el Bosque Oscuro de noche y sola! – se lamentaba casi histérica la madre, que estaba rodeada por otras mujeres de Elvin.

- Layla estará bien – intentaba animarla una de aquellas mujeres. Atendía uno de los puestos de verduras del mercado.

- No sabemos qué hay ahí dentro. Pudo haberla atacado un animal salvaje o salteadores. Puede que ese bosque esté lleno de bandidos.

- Los hombres saldrán en breve hacia el bosque – le dijo otra de aquellas mujeres a la vez que intentaba acallar el llanto del bebé que sostenía en brazos. – La traerán de vuelta en unas horas y entonces podrás castigarla para el resto de sus días.

Aunque nadie lo comentaba, todos tenían en mente a los dos hombres que habían desaparecido unos años atrás. Rezaban a todos sus dioses para que Layla apareciera sana y salva.

Y mientras Layla seguía su camino, perdida, a través del Bosque Oscuro, una partida de hombres se encaminaba hacia ella para llevarla de vuelta a Elvin.

A pesar de lo tenebroso del bosque, estaba todo en penumbra debido a la espesura de las copas de los árboles, Layla iba tranquila tarareando la melodía y seguida de cerca por dos especie de ardillas de gran tamaño. Se había extrañado mucho al ver que aquellos animales sólo la seguían cuando cantaba aquella canción. Si por casualidad paraba de tararear, las ardillas desaparecían entre la vegetación y la niebla.

Cada vez que paraba para descansar encontraba un árbol de ramas bajas y tomaba asiento en la mullida rama, lejos del suelo. En uno de esos descansos le pareció ver la silueta de una persona delgada en uno de los árboles, pero cuando volvió a mirar ya no había nada, sólo la rama vacía cargada de hojas rodeada de niebla.

“Sólo estoy cansada” – se dijo apoyando la espalda en el tronco y dejando que el silencio la envolviera.

Sin embargo, cuando reanudó el camino dejó de cantar y puso toda su atención en su alrededor, porque estaba segura que en aquel árbol había estado alguien.



Espero que os haya gustado este 2º capítulo Very Happy

Nos vemos
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